Cierra los ojos y extiende los brazos entre la hierba alta. Los dedos de sus pies y de sus manos sienten el ligero roce de los tallos y las hojas de las plantas que la rodean. Su cabello se extiende cual abanico entre las flores mientras la brisa acaricia su rostro inmaculado bañado por la suave luz del sol de primavera. Puede oír como un pequeño manantial vierte sus aguas entre unas piedras cercanas, el goteo del agua y el sonido de los pájaros cantores llenan la estancia produciendo en la joven una tranquilidad infinita. Vuelve a abrir los ojos para contemplar los pequeños cúmulos de nubes intentando ver formas imposibles en ellos. Ve un conejito, un barco pirata, un dragón, una carroza tirada por caballos alados, una tortuga... Su imaginación viaja entre las nubes, viéndose a si misma surcándolas, sintiendo la libertad en todos sus poros. En esos momentos, ella es completamente feliz.
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