Noche de Tormenta.
En lo alto de la azotea, donde nadie pudiese encontrarla, a nadie se le ocurriría subir ahí un día de tormenta, estaba a salvo de miradas curiosas e inquisidoras. Los truenos caían uno tras otro asustando a la ciudad, la luz se había ido y todos estaban escondidos en sus casas con sus velas y linternas esperando que la tormenta parase, que volviese la luz y pudiesen seguir sus vidas tranquilamente. Una persona había desaparecido de su casa, no se preocuparon demasiado, estaría escondida en algún portal, a ella no le asustan los truenos, se repetían una y otra vez en su casa. Pero ella no está en un portal, ella está en la azotea, prácticamente hecha una con el agua, la lluvia oculta sus lagrimas y los truenos sus llantos, la tormenta había llegado en el momento en el que ella más la necesitaba, así podría esconderse, nadie notaría su tristeza. Y así su voz quedó muda ante el rugido del cielo, aunque a veces se podía escuchar una voz rota en el firmamento que preguntaba "¿Por qué?"
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