En la orilla, ella otea el
horizonte. Hace tiempo que el sol se puso pero sigue mirando hacia donde el mar
se tragó los últimos rayos del astro.
Poco a poco el cielo se va oscureciendo y empiezan a verse estrellas en el firmamento pero ella no las contempla, solo ve el débil reflejo verdoso que divisó cuando el sol desapareció de su vista.
No deja de pensar en ese verde
tan hermoso que le había recordado a sus ojos, esos ojos que ya no volverían a
mirarla.
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